Testimoni Públic. Política, cultura i nacionalisme

2001, Prólogo de Francesc-Marc Àlvaro, 278 pp.

¿Qué nos mueve a escribir? No siempre lo sabemos con certeza. Muchas veces, los motivos son oscuros i retorcidos. Cuando Agustí Colomines ejerce de articulista en la prensa —otra cosa es cuando se nos muda de poeta, historiador académico o crítico literario— la respuesta es diáfana: la indignación. ¿Pero de qué indignación hablamos? Aquí nos referimos a la que nace de la sucesión de impactos que provoca una atenta y minuciosa observación de la realidad que viene apalabrada dentro del vertiginoso formato que los periodistas denominan actualidad. El golpe de la noticia causa mella en el observador y este responde poniendo en movimiento un sutil mecanismo de detección de las trampas que intentan hacer pasar una cosa por otra. Como un cazador de contradicciones, de falacias y de obviedades solemnizadas, Colomines despliega entonces una argumentación que intenta derribar el discurso contrario sin esconder la moradura inicial que este le ha hecho. Surge, llegado este momento, el lado pedagógico de su prosa, sin que constituya un suplemento de peaje, sino una decantación suave y fluida que dota sus tesis de una persistencia especial al margen de la actualidad del hecho referido. En resumidas cuentas hace que estemos ante un articulista que suele jugarse peligrosamente el tipo en cada frase que escribe y eso solo ya despierta interés y sorprende, además de merecer respeto.