La fallida del parlamentarisme. Catalanisme i corporativisme (1900-1936)

2010, 242 pp.

A menudo el corporativismo ha sido vinculado al fascismo, pero ni el fascismo es simplemente corporativismo ni el corporativismo es un hecho exclusivo del fascismo. Desde final del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, Europa y sin duda Cataluña asistieron a la transición de una sociedad liberal, positivista y racionalista, a una nueva sociedad de masas. No fue un cambio fácil y los valores sociales se resintieron. Con el recurso de la historia comparada, el libro se centra en la conceptualización de aquello moderno y en la validez de los planteamientos del liberalismo más positivista. Además, analiza como los postulados del primer fascismo beben de las fuentes de la nueva sociología —Durkheim, Michels o Le Buen— y de los mitos de Sorel sobre la voluntad y la violencia. Ante la crisis del sistema parlamentario liberal, se cuestionó la representación política basada en el sufragio universal inorgánico, es decir, de individuos que votan aisladamente, para reconstruir un sistema que tendría dos virtualidades: el individuo votaría dentro del sector, grupo o clase a que pertenecía, y la política estaría en manos de técnicos. De este modo, pues, desaparecía el político profesional.