978-84-86574-87-1
Novedad
La desintegración de Yugoslavia
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2000, 212 pp.
El grado de violencia sin parangón que acompañó la desintegración de Yugoslavia solo se puede explicar si consideramos adecuadamente tanto los factores externos como los internos. Cuanto más mixtas, asimiladas e indistinguibles eran las poblaciones que había que “separar”, más sistemático, incesante y cínico había resultar el uso de la coacción. Esto da cuenta del motivo por el cual los niveles más altos de violencia “interétnica” tuvieron lugar en Bosnia. Occidente reaccionó de acuerdo con la hipótesis de la similitud/diferencia: cuando cayeron las primeras bombas sobre tierra eslovena, los indiferentes líderes internacionales y una opinión pública desconocedora de los hechos desviaron la mirada lejos de la tragedia, o bien se vieron pasar los acontecimientos posteriores de brazos cruzados. Cuando se puso en marcha la limpieza étnica en Croacia, algunos países, sobretodo Alemana, empezaron, con retraso, a ejercer una presión fuerte sobre Belgrado para poner fin al caos. Los acuerdos de Dayton, precedidos por los primeros ataques aéreos “demostrativos” contra objetivos serbios restringidos, solo se alcanzaron por las fuertes presiones de los Estados Unidos y pese a la oposición constante del Reino Unido y de Francia. Finalmente, cuando las primeras imágenes de los refugiados con pañuelos en la cabeza procedentes de Kosovo golpearon los medios de comunicación, una nueva conmoción humanitaria se añadió al cúmulo de ocho años de sufrimientos. ¿Si Yugoslavia había concedido tantos derechos a sus repúblicas y provincias, por qué se desintegró la federación? ¿No se aplacaron y se contentaron del todo los pueblos constituyentes con los derechos que habían obtenido o que se les habían otorgado?
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