Països de paper. Notes sobre literatura

El nombre de «Països de paper» está relacionado con la sección que el crítico literario Francesa Calafat escribe en el «Quadern» de «El País», titulada «Un país de paraules», por el motivo por el que resulta atractiva la idea de la literatura entendida en términos de creación de geografías mentales, imaginarias. La ficción y la vida, ¿por qué no?, vistas como mundos de palabras. ¿Para qué sirve la literatura? ¿Nos hace alguna falta para pensar con claridad? ¿Cómo afecta el análisis literario a nuestra actitud social o política? Son preguntas que abiertamente o indirectamente se nos hacen presentes. ¿Y esto por qué? Porque las preguntas más básicas, aparte de ser las más complicadas, suelen ser las más importantes. Y aunque no se elaboren respuestas definitivas, sí que dirigen actitudes y orientaciones. La escritura es un dos en uno: la escritura y su espejo. La literatura se alimenta y se regenera en buena parte gracias a la reflexión sobre la experiencia estética. Y los comentaristas de libros son una parte del reflejo. La crítica en su conjunto aspira a ser la consciencia de la literatura, porque públicamente señala, valora y cuestiona las aportaciones de los escritores. La literatura es el resultado de los juegos o vínculos que se establecen entre ella misma y los discursos que genera. Según todos los implicados, es el resultado de una conversación. A menudo el diálogo se transforma en choques de visiones e intereses contrapuestos y a veces irreconciliables. El contraste es productivo. Quien tiene boca, dice el dicho, se equivoca. Y, por lo tanto, se necesitan clarificaciones. Es entonces cuando se genera el debate, aunque a menudo sea por vía implícita.